EL REFUGIO
Me he escapado del trabajo. Pasarán y verán mi mesa
vacía, pero no se preguntarán por qué. Hace tiempo que no existo en esa fría
oficina. Me han hecho desaparecer como por arte de magia. Su estrategia:
ignorarme. Me han hecho tan prescindible como esos viejos archivadores que
apilan en un rincón hasta que llegue el momento de hacer limpieza. Como esos
grises armarios que recorren las paredes, tan presentes que nadie los ve. No
importa si permanezco o no ante mi escritorio, esa esquina que evitan cuidadosamente,
ese espacio donde nunca depositan un papel. Les gusta ver la superficie limpia,
silenciosa, despejada.
Por eso me refugio en el jardín. Este lugar donde el
silencio está lleno de vida: las ramas de los árboles, que el viento hace sonar
en suaves ráfagas, la hojarasca que cruje bajo los pasos. Los pájaros que
cantan y se responden. El agua que resbala por el musgo de la pequeña cascada,
con su fluir sonoro. Los gatos que rozan suavemente los setos, en su vagar
tranquilo.
Es mediodía y el sol, desde lo alto, ilumina el
estanque, donde breves bandadas de peces rojos se mueven veloces en busca de
comida. Brotan juncos del agua, bajo una bóveda de pinos centenarios. Más allá
florecen los rosales y su perfume envuelve cálidamente el aire.
Aquí soy bienvenida. Aquí siento que existo, rodeada
de colores y de cantos distintos. Estoy sentada en un banco de un jardín y me
acaricia la brisa. Formo parte de esta secreta armonía. Ningún reloj. Sólo
luces y sombras que van marcando el tiempo.
Ante mi escritorio, bajo bombillas halógenas, se
sienta mi fantasma.
Agosto, 2012
(Acuarela: "Homenaje a Hirosigue" - Susana Benet)
¡Precioso, Susana! Sencillamente, precioso...
ResponderEliminarEl texto y esa magnífica acuarela.
Que tengas un hermoso fin de semana.
Un abrazo.
Gracias, Juan Carlos. Siempre es agradable tener noticias tuyas y saber que aprecias lo que hago. Saludos,
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