domingo, 27 de noviembre de 2011

PRESENTACIÓN LIBRO



El pasado jueves, día 24, presenté en la Librería Rafael Alberti, de Madrid, mi libro “Huellas de escarabajo”. No había podido dormir apenas la noche anterior, ante la idea de presentar un libro en Madrid por primera vez, acompañada por el escritor Andrés Trapiello, (editor del libro). Me atraen las aventuras, pero también me dan miedo. Conozco poca gente en Madrid y, sin embargo, es una ciudad por la que siento un cariño especial. La he visitado muchas veces e incluso viví en ella durante casi un año, en los setenta. Por eso, en esta ocasión, había decidido viajar allí con mi libro y una breve presentación escrita en folios, por si me quedaba “en blanco”. A veces lo que más tememos resulta, al final, mucho menos temible. Es más, los momentos que pasé en aquella librería tan acogedora, rodeada de  algunos amigos esperados y otros inesperados, y de otras personas con quienes me sentí como “en familia”, fueron extraordinarios, al menos para mí. Había una atmósfera especial que fuimos creando entre todos, en que las palabras fluían con facilidad y en la que muchos participaron con preguntas y comentarios al concluir la lectura. También Trapiello resultó un extraordinario acompañante que conoce bien el haiku, por lo que ilustró el tema de una forma muy precisa y amena. No olvidaré nunca la calidez que encontré entre esas paredes repletas de libros, entre conocedores del haiku, como José Cereijo, Jesús Munárriz, Ricardo Virtanen, Manuel Díez Orzas, Isabel Pose, Emilio Gavilanes, y otros entrañables amigos y habituales de la librería, así como su atenta anfitriona, Lola Larumbe. A todos ellos, mi agradecimiento. Dejo aquí uno de los inéditos que recité:

Saqué del agua
a la avispita muerta,
… y estaba viva.

(fotografía: Gabriel Alonso)

jueves, 24 de noviembre de 2011

HAIBUN



NOVIEMBRE

En pleno otoño, noviembre es un mes de súbitos contrastes. Una lluvia feroz inundó carreteras y barrancos, dañó cosechas, destrozó casas, arrebató vidas.  La naturaleza mostró su furia, su implacable energía tras el letargo agobiante del verano. Y, de pronto, esta mañana, el día se presenta  apacible, casi primaveral. El verdor de los ficus y las acacias es más intenso. Las flores despliegan sus pétalos en el aire recién lavado. Hasta el ruido del tráfico se parece al lejano zumbido de los insectos.  Pasan ciclistas en mangas de camisa. Brilla el uniforme verde del barrendero, que empuja sin prisa su carro de faena.  La gente se detiene curiosa bajo los toldos de los comercios.  Con perezosa calma,  regresan de la compra con las bolsas repletas. Caminan sin esfuerzo, como si alegres regresaran de una fiesta.  Un niño empuja su pelota hacia el jardín. Sobre el ruido de la calle, se escucha de repente el canto estridente de algún pájaro. En la puerta del bazar todavía se exhiben los centros florales del pasado día de difuntos. Flores destinadas a las tumbas, que siguen adornando los abarrotados escaparates. Flores de plástico que recuerdan, con sus vivos colores, a los muertos. Porque noviembre es un mes en que vida y muerte se confunden, igual que la mañana vibrante y luminosa no tarda en convertirse en lúgubre noche anticipada.

Arde una vela,
más allá una farola.
Detrás, la luna.


sábado, 19 de noviembre de 2011

HAIKU





Con cuánto celo
el vecino antipático
cultiva flores.

(de: Huellas de escarabajo - Edit. Comares)

lunes, 14 de noviembre de 2011

POEMA (EUGÉNIO DE ANDRADE)



MELANCOLÍA

Con esfuerzo entra el sol en casa. Escribo
sobre la huidiza luz de la arena,
luz que no encuentra morada.
Todo me duele en este día
en que los muertos dejan
a la puerta de los vivos
la corrosiva melancolía.

viernes, 11 de noviembre de 2011

CUENTO



TINA Y EL BARRIO
Aquella mañana Tina no fue al colegio, porque le dolía la garganta. Se quedó en su cuarto bien calentita y se puso a mirar por la ventana.

De pronto entró la abuela con un tazón de caldo.
-Tina, aquí te traigo un caldo que te sentará bien. ¿Qué estás mirando?

Y Tina respondió:
Ropa tendida.
Hay colores distintos
en cada casa.

-¡Pues claro! Alguno prefieren los colores alegres, y otros, los apagados.
Por lo que dices
los colores oscuros
son de los tristes.

-No te lo tomes todo al pie de la letra. Hay gente alegre que viste de oscuro y gente seria que viste de colores.

Pues el vecino
que está en la funeraria
viste de negro.

 -¡No querrás que vaya a los funerales con camisa de flores!

 Tina volvió a mirar hacia la calle, y de pronto exclamó:

El barrendero
lleva un chaleco verde,
como el jardín.

 -Pues tienes razón… cada cual viste según su trabajo.

Tina se quedó pensativa y a los pocos segundos, exclamó:

El carnicero
debería ir vestido
de color rojo.
 ...

Y el pescadero
vestir de color sepia
o de salmón.

 La abuela suspiró y acercó el caldo a la boca de Tina.

 -Deja de hablar tanto, que te irritas la garganta. Es mejor que estés calladita.

Tina, muy obediente, se bebió el caldo a pequeños sorbos.

La abuela le aconsejó que se acostara y durmiera un rato, pero Tina repuso:

Con lo que gritan
los vecinos de abajo,
no hay quien se duerma.

 -¡No seas quejica!- le reprochó la abuela-. Al fin y al cabo, tu padre pone la tele muy alta y los vecinos se aguantan. Escucha música con los auriculares, como hacéis los jóvenes, que vais con eso puesto a todas partes.

 Me gusta oír
cantar a la vecina
mientras cocina.

-¡Eso está muy bien! Como ves, no todos los vecinos son iguales.

Y Tina respondió:

Son los vecinos,
igual que los colores.
Todos distintos.

(ilustración: Gabriel Alonso)




martes, 8 de noviembre de 2011

POEMA de GAO SHI



ESCRITO LA VÍSPERA

Fría lámpara del albergue. Estoy solo, sin dormir.
¿Por qué tan triste la emoción del viajero?
Añoranzas del pueblo natal, esta noche a mil leguas.
La escarcha de mis sienes cumplirá mañana otro año.


(de: "La pagoda blanca" - Edit. Hiperión)

sábado, 5 de noviembre de 2011

POEMA DE XIN QIJI (1140-1207)




De joven no sentía el sabor de la tristeza.
Me gustaba subir hasta el piso más alto del mirador,
hasta el más alto.
Hablaba de tristeza por hacer versos nuevos.

Ahora sí he conocido la tristeza,
quisiera decirlo,
debo decirlo.
Pero digo: "hace fresco, el otoño es hermoso".

(de: Cantos de amor y de ausencia - Edit. Hiperión)