domingo, 17 de febrero de 2019

COMENTARIO








ADIÓS JARDÍN

Había un jardín frente a mi casa. Un sencillo jardín con frondosas acacias de flores amarillas en el centro y setos laterales donde crecían arbustos y se alzaban majestuosos los cipreses. Al asomarme a las ventanas siempre contemplaba el espléndido verdor claro y oscuro de los árboles. Árboles que crecieron año tras año, hasta alcanzar tanta altura que casi ocultaban los edificios de enfrente. Había frescura, sombra, bullicio de pájaros y puntualmente se abrían las flores que, al desprenderse y caer, teñían la tierra de amarillo. Un paisaje cotidiano y entrañable que animaba el árido asfalto como un largo islote flotando entre el vaivén del tráfico.

Ahora siento tristeza si me asomo a la ventana. Han mutilado el jardín, han abatido los cipreses, arrancado los arbustos, talado una de las frondosas acacias para allanar el terreno que ocupará un ambicioso carril para ciclistas. No podían trazar una simple franja de cemento entre los árboles, tal vez sacrificando algún banco de madera. O haber eliminado un carril para los coches, como han hecho en otras avenidas. No. Había que realizar una obra ostentosa, de alto coste. En una época en que no paran de hablarnos de protección del medio ambiente, del previsible aumento de las temperaturas, veo con auténtica alarma cómo destruyen la mitad de un jardín (que ahora quedará asimétrico), cómo seccionan troncos sin miramientos, mientras montones de excavadoras, taladros y radiales levantan un polvo ponzoñoso a lo largo de la calle. Todo tiene un sentido, y es el de la ambición política y el despilfarro. Nada que reprochar a los ciclistas.

No me queda más que despedirme, día a día, del jardín, que nunca volverá a tener la frondosidad de antes (ese gran antídoto contra la contaminación), ni quedará espacio para el sosiego, ni pasearán los dueños a sus perros.  Habrá un ir y venir de bicicletas, patinetes y otros artilugios, mientras nos hacen creer que así la ciudad es un lugar más habitable.




(fotografía: Susana Benet)



9 comentarios:

  1. Comprendo tu indignación y tu dolor, Susana.
    La contradicción y la insensatez parecieran ser el denominador común en esta época. Sigamos derribando árboles y arrasando el verdor: el cemento nos devorará junto a nuestra miopía y estupidez...

    Un abrazo, amiga.

    ResponderEliminar
  2. Totalmente incongruente, igual que muchos políticos. Parece que, una vez tienen poder, se alejan y aíslan del resto de ciudadanos por cuyo bienestar e intereses deberían trabajar. En fín, Susana, un abrazo (de Salut Santos).

    ResponderEliminar
  3. Gracias, Salut. A veces uno se siente muy solo ante lo que no entiende.besos

    ResponderEliminar
  4. Muy acertada tu critica a lis politicos parece que les interesa mas la estetica de sus carteles que la de la naturaleza...

    ResponderEliminar
  5. Qué lástima. Nos podamos como humanos cada vez que perpetramos semejantes barbaridades. Yo creo que somos más, más humanos, cada vez que nos injertamos en el mundo, en la naturaleza. Es la manera más hermosa de ser nosotros mismos.
    Qué lástima quien pierde su luz sin ni siquiera darse cuenta.

    Besines

    ResponderEliminar
  6. Pues sí, parece que la estética de lo inerte (ladrillo, cristal, papel...) predomina y hay un gasto importante en estos materiales, pero aparte está la falta de sensibilidad ante lo vegetal, que es algo vivo y necesario. Las ciudades deberían ser como bosques, no solo en las zonas ajardinadas, sino a lo largo de calles, plazas y avenidas. Que no sea solo para ornamentar los barrios céntricos o los que visitan los turistas, sino para el placer, disfrute y salud de todos los ciudadanos. Besos y gracias a todos.

    ResponderEliminar
  7. Un comentario muy acertado. Estoy seguro que hay políticos con mucha más sensibilidad hacia estos temas. Si un político permite estas barbaridades es quitado de mi lista en el acto.

    ResponderEliminar
  8. Gracias, José Antonio. La cuestión es que esto lo diseña gente que va de ecologista. Yo solo espero que, terminaba la macro obra, repongan los árboles que han talado y que la convivencia ciudadana mejore de verdad. Besos

    ResponderEliminar