jueves, 26 de noviembre de 2009

EUGÉNIO DE ANDRADE


Ya no se ve el trigo,
la lenta ondulación de los montes.
No se puede decir que fuesen contigo,
tú tan sólo llevaste ese modo

infantil de saltar el muro,
de llevarte a la boca
un puñado de cerezas negras,
de esconder la sonrisa en el bolsillo,

cierta manera de silbar a las tórtolas
o de pedir un vaso de agua,
y dormir hecho un ovillo,
como sólo los gatos duermen.

Todo eso eras tú, sucio de moras.


(de: Todo el oro del día - Edit. Pre-Textos)

1 comentario:

  1. ¡Qué extraño poema, de cuyo autor no conozco nada! Me ha sorprendido por las combinaciones de palabras y por las imágenes inesperadas.

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