viernes, 30 de mayo de 2014

COMENTARIO







HARTA DE OÍR “ESCUCHAR”

No soy lingüista, pero siempre me ha interesado conocer el lenguaje y sus cambios. Además, no hace falta ser lingüista para que nuestro oído perciba ciertos fenómenos en el habla que nos llaman la atención. Desde hace tiempo estoy muy sensible con cierto verbo que se utiliza alegremente aunque no se haga de forma correcta. Me refiero al verbo “escuchar”. Por ejemplo alguien, hablando por el móvil, exclama: “No te escucho”, para indicar que no percibe el sonido.
Este uso se está generalizando a una velocidad increíble, incluso en los informativos de televisión, donde nos dicen: “se escuchó una explosión” o “se escuchó un disparo”. Es como si el verbo “escuchar” se hubiera zampado limpiamente al verbo “oír”, o este esté muriendo por desuso.
No conozco el origen de esta invasión del “escuchar”, pero al buscar datos en el Centro Virtual Cervantes, me encuentro con este comentario:
“Es cierto que las lenguas cambian, y es lícito y loable que lo hagan cuando aportan novedades o creaciones poéticas o expresivas. Lo que nunca debe aceptarse sin más es la pérdida de significado sin obtener nada a cambio: ni precisión, ni variedad, ni belleza.

Ese es el caso del uso abusivo de escuchar en lugar de oír. Un caso de imprecisión que, como muchos otros, quizá no proceda de ignorancia o dejadez, sino de pedantería.

Hay una cierta tendencia a considerar más cultas las palabras largas y a dar de lado las cortas y quizá sea ese «prestigio de la longitud» la causa de que el breve oír vaya quedando relegado al habla de los que consideran que la supresión de matices significativos no aporta nada y puede traer algún problema.”

Y más adelante añade:
 
“Para oír no se requiere la voluntad, para escuchar sí.”
O sea, que no puedo “escuchar” una explosión que surge repentinamente y dura unos segundos. Porque no se trata de un concierto, un discurso o una conversación interesante. Sino de una vibración que alcanza mis oídos sin que mi voluntad intervenga.
Oír es percibir un sonido. Y si este no llega con claridad a nuestro oído, lo correcto sería decir: “No te oigo”, en lugar de ese postizo “no te escucho” que se quiere imponer a toda costa y que realmente significa: “no hago caso de lo que dices”.
Creo que con estos gazapos el lenguaje no se enriquece, sino que se empobrece. Perdemos un verbo.
  
(imagen: "Alimentación", óleo de Gabriel Alonso)
 
 
 


 

8 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo, Susana.
    Gracias por el aporte. Es una pena que haya que aclarar lo obvio, es decir, lo ya consagrado en el idioma, pero que el habla corriente tiende a deformar, entre otros tantos ejemplos...

    Un abrazo.

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  2. Me ha gustado mucho leer esta reflexión, Susana, y estoy de acuerdo con ella, las personas que dicen escuchar en lugar de oír muchas veces pecan de pedantes.
    Y lo malo es que escuchar cada vez se dice más pero desgraciadamente se practica poco.
    Un abrazo
    Cristina

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  3. Hola Susana, he buscado la RAE, allí aparece el siguiente enlace

    http://lema.rae.es/drae/?val=escuchar

    http://lema.rae.es/drae/srv/search?id=o1Na4siVhVcRjx3coIis

    La academia está aceptando varias palabras de uso corriente...

    Un abrazo

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  4. Así sucede, Susana.
    Incluso esa deformación del lenguaje ya se produjo con el paso del griego al latín…

    Pero a mí todavía me preocupa más esas "escuchas telefónicas" y otros medios de espionaje masivo en contra de los derechos a la privacidad.

    Salud

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  5. Las nuevas tecnologías no buscan la belleza en el lenguaje, buscan la brevedad en un tiempo donde no hay tiempo.

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  6. ¿Puede que la pedantería proceda de la ignorancia? De todas maneras, no creo que el verbo "oír" se vaya a perder así como así.

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  7. Gracias a todos por vuestros comentarios. Para mí es importante utilizar bien el lenguaje, lo cual no descarta otros asuntos de interés. Con el lenguaje construimos la realidad. Que esta sea más rica o más pobre también depende de nosotros. Saludos y gracias a todos,

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  8. Por mi parte, no hay de qué. Tienes toda la razón.

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