EN OBRAS
Golpeaban la tarde los martillos,
los pájaros callaban,
el gato se escondía en los rincones
y, en mitad del estruendo, me llegaron
con temblorosas alas unos versos
que atrapé a vuelapluma.
Y tuve que dar gracias, con desgana,
al terrible alboroto circundante
que me inspiró de pronto, a martillazos,
la rítmica cadencia
de unas sílabas.
(fotografía: Susana Benet)
Las obras siempre son un engorro por el que hay que pasar, pero ese estado es menos molesto si da pie a escribir un poema tan bonito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, J.A. Besos,
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