Otra vez, querida amiga, la mirada despierta para sentir la calidez de lo diario. Me encanta el haiku y la fotografía es una répica literal de los versos; un subrayado visual. Un nuevo acierto. Enhorabuena y siempre es una garantía de interés asomarse a tu blog.
Gracias. José Luis. Es cierto, es la mirada cotidiana, directa, tal cual. Lo más gracioso es que las pudiera fotografiar desde el interior y ellas siguieran tan tranquilas con su paseo. Creo que vienen a diario y se sienten como en casa. Gracias por tus palabras.
Otra vez, querida amiga, la mirada despierta para sentir la calidez de lo diario. Me encanta el haiku y la fotografía es una répica literal de los versos; un subrayado visual. Un nuevo acierto. Enhorabuena y siempre es una garantía de interés asomarse a tu blog.
ResponderEliminarGracias. José Luis. Es cierto, es la mirada cotidiana, directa, tal cual. Lo más gracioso es que las pudiera fotografiar desde el interior y ellas siguieran tan tranquilas con su paseo. Creo que vienen a diario y se sienten como en casa. Gracias por tus palabras.
ResponderEliminarLas confiadas tórtolas te dieron la oportunidad de escribir este bonito haiku. Igual sabían que allí vivía una haijin.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Qué guapísimas! Me encantan. Ellas, la fotografía y el haiku.
ResponderEliminar-^-
Saludos a Fanny y Kotori. Gracias por compartir mi fascinación por las tórtolas.
ResponderEliminarDeliciosos tanto la fotografía como el haiku.
ResponderEliminarGracias por compartirlos, Susana.
Un brazo.