HYDE PARK
Ocultas las
figuras y las voces
tras la densa
muralla de los álamos,
sentada sobre
un banco de Hyde Park,
oigo crecer
la hierba desde el fondo
mullido de la
tierra. Una gaviota
se posa sobre
el lago donde arden
los últimos
reflejos de la tarde
mientras un
viento leve,
que acaricia
sus plumas y la hierba,
despeina mis
cabellos con su mano
tibia de sol, como en un gesto
de amable bienvenida
hacia el absorto,
fascinado
viajero.
(fotografía: Aarón Benet)
Muy bonito, Susana.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegra verte por aquí y, por supuesto, que el poema te guste. Besos,
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