BELVEDERE
No era
el jardín, tampoco las cornejas
cansadas
de volar,
picoteando
en la hierba, ajenas
a la
muda insistencia de mis ojos.
Ni era
la bruma
detenida
en el aire
ni el
fuego del otoño deshojándose
con su
último fulgor
sobre
la tarde en calma.
No era
eso todo.
Había
otra belleza más allá
de la
simple mirada:
un gran silencio,
una luz
nueva, algo remoto
vertiéndose
hacia dentro,
abriendo
otro jardín desconocido
tras
los muros del corazón.
(de: La durmiente - Pre-Textos 2013)
(fotografía: Susana Benet)
El silencio abriendo las puertas del corazón...
ResponderEliminargracias, Susana, por compartir tan bello poema.
Un abrazo
Cris
Muy hermoso tu poema, Susana, esa belleza que va de lo exterior hacia lo interior.
ResponderEliminarun abrazo.
Gracias a vosotros por asomaros a mi página. Es un placer compartir poemas con los amigos. Besos
ResponderEliminarQue bien lo ha referido Gregorio…, con ese espacio sagrado, remoto y profundo que da la palabra poética a la conciencia.
ResponderEliminarSalud
Es cierto, José Luis,hay lugares con una atmósfera casi sagrada o fuera del tiempo, que inspiran poemas como este. Gracias,
ResponderEliminarHermoso poema que disuelve la distancia... llega de inmediato al corazón. Gracias, es un placer leerle.
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