El pasado 11 de noviembre se cumplieron 100 años del Armisticio que señaló el fin de la Primera Guerra Mundial. En recuerdo de todos quienes sufrieron el horror de aquella guerra (como de tantas otras que siguen azotando a los pueblos), rescato estos intensos haikus escritos por el propio Vocance en las trincheras.
Brotan del suelo
cruces de palos.
Cada día, aquí y
allá.
*
En la tierra batida,
el oscuro torbellino
de los obuses,
rodando como
chiquillos.
*
Las ráfagas de
nuestros cañones
alumbran una ciudad
en el horizonte.
Visión fugaz.
*
Los cadáveres entre
trincheras,
tres meses
ennegreciendo,
pillaron alopecia.
*
Chatarra retorcida.
Tímpano reventado.
Casas perdidas.
(de: Cien visiones de guerra - Julien Vocance - traducción de Susana Benet - Edit. Renacimiento - Sevilla, 2017)
*Este libro puede adquirirse a través de Internet en La Casa del Libro y otras librerías.
Es curioso que entre tanta desolación nazcan haikus tan certeros. El ser humano necesita expresarse y Julien Vocance encontró en el haiku el mejor medio. Muy bonitos, aunque su lectura te mete de lleno en la ruina de la guerra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Incluso en el corazón del infierno hay algo misterioso que nos llama a su presencia. Conozco ya esos haikus y ese espléndido libro pero nunca deja de sobrecogerme.
ResponderEliminarGracias Susana. Besines.
Muchas gracias, amigos. Creo que el mérito de Vocance, que además escribía otro tipo de poesía, consiste en que es preciso, conciso, crudo, pero al mismo tiempo logra transformar lo terrible en poético. Me alegro de haber traducido estos haïkaï (como así se llamaban) precisamente en el centenario de la Gran Guerra, para que no olvidemos lo cruel que es la guerra, esté donde esté. Besos,
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