En la tarde de ayer tuve el placer de leer mis haikus y poemas en el Ateneo Mercantil de Valencia, acompañada por Vicente Barberá y Vicente Bosch, quienes con sus palabras y amenas preguntas lograron hacerme sentir como en casa. También el público que llenó la sala creó un ambiente grato con su presencia e intervenciones. Mis temores ante la lectura, que siempre me asaltan días y horas antes, se esfumaron rápidamente ante tanta calidez y cordialidad. Resultó una tarde inolvidable. Gracias a todos.
No fue una lectura solemne, sino todo lo contrario. La naturalidad y fluidez de las intervenciones, hicieron que todos nos sintiésemos cómodos y cercanos.
Vicente Barberá me pidió un haiku improvisado, algo a lo que no estoy acostumbrada, pero le ofrecí estos tres versos, sean haiku o no.
Entre los ojos
centelleantes del público,
luces de flash.
Desde aquí agradezco a ambos Vicentes su generosa invitación, y al público, su asistencia.
Al final, una foto de grupo con amigos, familiares y poetas.
(fotografías: Gabriel Alonso y José Luis Vila)
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