FEBRERO EN EL BALCÓN
Se están abriendo las flores en las macetas. Este sol que ya comienza a abandonar el invierno, brilla con más intensidad en las primeras horas de la tarde. Traspasa las hojas y los pétalos desvelando matices imprevistos. El crisantemo amarillo se abre como un sol diminuto sobre la calle. Las flores de los geranios, redondas y apretadas, resplandecen, desde el rosa más pálido al rojo más intenso. Bajo el toldo, las begonias lanzan destellos. Entre las hojas del pimentero asoman, como gotas de ámbar, los delicados frutos. En las ramas enmarañadas de la buganvilla, empiezan a brotar incipientes capullos carmesí. Frondoso, el ficus inclina su fuerte tallo en busca de la luz. Como un espejo, al otro lado de la avenida, el jardín devuelve sus verdes fulgores al balcón. Ya acuden los insectos que antes dormitaban, trazando sus breves estelas sobre el aire. El sol se detiene entre las flores, anunciando la cercana primavera, antes de ocultarse tras un muro de ladrillos.
En un instante
se ha retirado el sol
de los geranios.