LA FUERZA DEL VIENTO
Aunque derribe muros,
arranque ramas, alborote las hojas sobre el suelo, también el viento expresa
nuestra ira, el malestar que sentimos ante lo inevitable. Llegan malas
noticias, no la trae el viento, sino los medios. Vivimos en un temor continuo y
cada cual se refugia donde mejor puede, unos en casa, otros detrás de las
mascarillas, algunos en los bares que siguen abiertos. Las ondas nos traen cada
día noticias contradictorias, como si soplasen vientos desde distintos puntos
cardinales. Todo es confusión y desorden, como las rachas que revuelven papeles
y hojas secas. Nuestras mentes se agitan como las copas de los árboles, sin
descanso. Algunos recurrimos al sueño, al placentero sueño que nos libra del
miedo y nos mece dulcemente en su regazo. Cuánto echamos de menos esa calma
ahora que el mundo se tambalea igual que un muro desgastado. Los árboles
resisten y nos muestran su verdad: solo la rama flexible no se rompe. Por cada
hoja caída, brota una nueva. El viento huracanado esparce las semillas que en
la tierra germinan y algún día serán bosque. Las hierbas más humildes crecen
con fuerza en cualquier grieta.
Guantes de plástico.
El vendaval los junta
y los separa.
(acuarela: Susana Benet)