sábado, 30 de noviembre de 2019

COMENTARIO






REDES

Es curiosa la facilidad con que caemos en las redes. Redes de todo tipo, no solo las que nos conectan por Internet, o nos desconectan. En realidad, ¿qué relación podemos tener con tropecientos amigos que figuran en nuestra página, sea la que sea? Apenas habremos cruzado un par de frases con cada uno. Eso sí, les hemos puesto un “me gusta” a menudo. Como una manera de recordarles que existimos, que tenemos criterio. ¿Pero qué criterio es ese que se traga todo lo que le recetan los medios? Si mañana se crease una nueva red social con algún nombre incomprensible, no tardaríamos ni un día en darnos de alta. Lo que no sé es cómo se puede estar en tantos sitios a la vez. Creo que en realidad no estamos en ninguno. O sea, no estamos. No somos, aparentamos.

Ayer se celebraba el Black Friday, algo que de repente se ha puesto de moda. Algo que hasta ahora yo desconocía o me sonaba de lejos. Pues bien, había auténticas muchedumbres abarrotando tiendas y bares. Ya sé que es bueno para los negocios, pero no sé si es tan bueno para nuestras mentes eso de ir a todo lo que nos venden. Y, además, ir con ese fervor, como si se tratase de una peregrinación. Peregrinamos a las tiendas y realizamos el ritual de ver, tocar, probar, comprar o no comprar, pero acudir fielmente. Es posible que cualquier otro día podamos encontrar ofertas parecidas sin necesidad de andar a empujones por los pasillos de los comercios. Pero si está de moda el Black Friday, allá vamos. Que se nos note, que se nos vea… Tal vez nos encontremos con amistades que profesan la misma devoción que nosotros: caer en todas las redes.

Nuestra parte crítica la dejamos amordazada en algún rincón de nuestra mente, para que no nos agüe la fiesta. Porque hay que seguir las tendencias y no plantearse si lo que hacemos tiene sentido o sencillamente nos dejamos arrastrar como mansos corderillos. Aunque creo que hasta un cordero es capaz de desviarse de la manada para escoger el pasto más jugoso.



 (fotografía: Susana Benet)




martes, 26 de noviembre de 2019

POEMA de JOSÉ LUIS PARRA (1944-2012)






ALONDRA DE CENIZA

I
Con qué salvaje
alegría me ofrezco
al esplendor,
al hachazo de luz
de este día homicida.

II
No ser materia
de dolor ni memoria.
Sólo el incendio
en su llama más alta,
alondra de ceniza.









(plaquette editada por Banda Legendaria, con motivo de la publicación del número 8 de la revista Veintiún Versos. Reúne poemas inéditos de José Luis Parra, escritos en 2006)



viernes, 22 de noviembre de 2019

POEMA de JOSÉ INIESTA






EL SUEÑO Y LOS GOLPES

En el sueño llamabas a la puerta.

Obstinada en la noche del invierno
tú gritabas mi nombre
con la urgencia del frío,
mas al abrirla, madre, entró la luz
intacta del principio en tu mirada.
Y las aguas fluyeron por su cauce
y en las tierras de un daño que germina
había cercanía y juventud,
crecía la arboleda en su esplendor,
llegabas en la noche con mi abrazo,

y era el aire del mundo
                                           tiempo y plomo
sobre tu fatigada plenitud.


* * *



(de Llegar a casa – Edit. Renacimiento, 2019)
 (fotografía: Susana Benet)





lunes, 18 de noviembre de 2019

PRESENTACIÓN EN BARCELONA





El pasado día 15 presenté mi libro Don de la noche en la librería ALIBRI de Barcelona. Entre el público figuraban amigos, conocidos, y algún poeta inesperado, como Agustín Pérez Leal, lo cual me sorprendió y alegró. Estuve muy bien acompañada en la presentación por los poetas Alejandro Duque Amusco y Daniel Fernández Rodríguez, quienes fueron breves y muy claros en sus intervenciones, de modo que tuve tiempo para hacer una lectura relajada de algunos poemas del libro, así como de otros inéditos y de una mínima selección de haikus. Entre el público también tuve la suerte de contar con la presencia del poeta José Antonio Fernández Sánchez, quien tuvo el detalle de desplazarse desde su ciudad hasta Barcelona. Algo que le agradezco. La lectura transcurrió en un ambiente apacible y cordial. 



Copio el poema dedicado al poeta José Luis Parra, fallecido en 2012:

CHAQUETA
                        A José Luis Parra, in memoriam

Esa chaqueta tuya,
manchada por el vino de tus noches,
por los versos escritos
en breves servilletas arrugadas,
tejida por las manos
que te amaron,
ese cálido escudo
que ceñía tu blando corazón,
aún te sobrevive
con sus viejas arrugas, delicada
reliquia de tu cuerpo, enamorada piel
donde mis dedos buscan
el calor escondido de tu abrazo.

Doy gracias a todos los asistentes por dedicarme su tiempo y su atención. También a la librería Alibri que gestionó el acto magníficamente.



(fotografías: Gabriel Alonso y José Antonio Fernández Sánchez)


miércoles, 13 de noviembre de 2019

POEMA







LLEGÓ

Llegó la lluvia,
leve como un suspiro,
a bendecir las ramas
del árbol descubierto
sobre la acera.

Me asomo a contemplar
sus incipientes hojas,
su joven esqueleto.

Vuelve a brotar la vida
alumbrando la estéril
corteza del asfalto.

Puedo sentir su savia
recorriendo la esbelta
estatura del tronco,
gorjeando en los brotes
recién nacidos.





(fotografía: Susana Benet)




sábado, 9 de noviembre de 2019

HAIKU








Me están mirando
los ojos de mi madre.
Flores azules. 








(fotografía: Susana Benet)



miércoles, 6 de noviembre de 2019

PROSA





MUERTE DE UN PÁJARO

Creí que los pájaros no se morían nunca, como lo hacen los perros, los gatos, las personas. Ellos están siempre ahí, moviéndose en sus jaulas, ágiles y entretenidos picoteando hojas. Los veo cruzar el cielo,  posarse en cualquier rama o dar saltitos por el suelo. Es difícil no verlos si me asomo a las ventanas y aunque sé que no son siempre los mismos, parecen renovarse como las hojas de un árbol. Si alguna vez he visto alguno inmóvil sobre el suelo, he apartado la mirada, sin querer comprobar si estaba muerto. He pasado deprisa por su lado.

Estos días se ha producido un caos en la casa. Uno de mis periquitos está enfermo, apenas come y oculta su cabeza entre las plumas. Permanece inmóvil, igual que una persona que soporta en silencio su dolor. Lo contemplo aterrada. No es la imagen de siempre. Su compañero lo observa como yo y, con sumo cuidado, picotea suavemente su cabeza y le lanza un breve parloteo. En otros momentos  se impacienta y eleva la voz como queriendo espabilar, con gritos estridentes, al enfermo.  A veces consigue que el otro reaccione unos segundos antes de volver a ensimismarse.

Ayer fui al veterinario. No saben si se trata de algo grave, si habrá recuperación. Tuve que dejar al periquito en una pequeña incubadora transparente.

Hoy sé que ya no vive. No superó su mal. Me lo entregaron en una pequeña caja de cartón, envuelto en un pañuelo de papel. Me cuesta enfrentarme a la muerte de un pájaro. Si en vida nos parecen lejanos, tan leves y enigmáticos, como seres de otra dimensión, cuando están muertos todavía resultan más extraños.

No me atrevía a descubrir su cuerpo, tardé unos segundos en decidirme. Cuando aparté el papel, observé que el color de sus plumas seguía intacto, con el mismo brillo que tuvo en vida. Miré sus patas rígidas y percibí el blando contacto de su cabeza contra mi mano.  Su muerte, aunque cierta, me pareció irreal. Lo enterré al pie de la buganvilla donde están despuntando flores nuevas. Me costó aceptar su muerte. Nunca pensé que aquel cuerpo tan ligero pudiese cargar con tan gran peso.

(5-11-19)


(fotografía: Susana Benet)


domingo, 3 de noviembre de 2019

HAIKU








Noche de insomnio.
El perro del pastor
ladra que ladra.








(fotografía: Susana Benet)