Ayer tarde nos reunimos amigos y admiradores de José Luis Parra para una lectura-homenaje en su memoria cuando se cumplen cinco años de su fallecimiento.
Para comenzar, leí mi artículo "Henchida soledad" ya publicado en este blog, así como en la revista Estación Poesía núm. 5 y que ha servido de prólogo a su antología: "Anunciación del aire", editada por Frailejón en Colombia. Un texto en el que hago un recorrido por la vida del poeta a través de sus versos.
A continuación hubo un recital en la voz de los poetas que desearon participar, mostrando así su admiración y afecto:
Blas Muñoz
José Saborit
Lola Mascarell
Begoña Pozo
Mila Villanueva
Francisco Benedito
Carlos Marzal
Elena Torres
Juan Pablo Zapater
Manuel Emilio Castillo
y las grabaciones de Sandro Luna y de Antonio Cabrera.
Fueron muchos quienes se acercaron y disfrutaron de esta lectura de poemas que, al cabo de los años, conservan la frescura y fuerza con que fueron creados. Amigos de siempre, que compartieron con Parra inolvidables momentos vividos en el Café Malvarrosa, donde le animaron a publicar sus primeros libros.
Copio a continuación uno de mis poemas favoritos, ese poema que no leí en público porque siempre me emociona, en el que Parra añora la presencia de su madre.
VERANO 93
No me muevo de aquí.
Siempre en la galería, siempre
sentado en esta silla de cuerdas, despintada,
que tanto usó mi madre. Junto a esta lavadora
con no pocos achaques, convertida
en insólita mesa de trabajo
donde se apilan libros y papeles
por corregir. Yo fumo, fumo, fumo,
y veo en humo derrocharse el tiempo de mi vida,
y miro en las ventanas, en los muros manchados
de la casa de enfrente, reflejarse
el mismo día sin promesas,
la misma fecha caducada,
repetirse un verano interminable
de persianas verdosas desvaídas
y toldos azulados polvorientos.
Miro las tuberías,
obscenamente al descubierto,
la maraña de antenas en terrados vacíos,
las sábanas, toallas, bañadores,
inmóviles en la canícula,
el grávido silencio de un sol que nos aplasta.
Es todo mi paisaje, mi verano.
Atado al Nunca más en esta silla
que tanto usó mi madre.
Si volvieras…
aunque fuera tan sólo por un día,
como en Méjico dicen que regresan los muertos.
(fotografías: Gabriel Alonso)