MARÍA
CADA
mañana el mundo aparece blanco
y ella
emprende con ahínco la tarea
de
volver a crearse en el lenguaje.
Recompuestos
unos pocos nombres,
adjudica
a cada objeto un uso,
incluido
su propio cuerpo.
Lo
cotidiano se ha convertido
en
perturbadoramente extraño.
Desconcertada,
se
acerca a cajones y baúles
y palpa
los restos de los ajuares
que las
hijas no quisieron llevarse
-ni
hablamos, por supuesto, de las nietas-.
Mientras
tanto, Marta, que permanece
y la cuida, busca con obsesión
la
dignidad en la limpieza.
La
niñez, altiva, es la única
que
persevera en su memoria.
Aunque
nadie sabe a ciencia cierta
si el
José de sus murmullos llegó
por fin
a la ermita o si su padre
partió
el cayado contra la higuera.
(de: El recelo del agua - Edit. Rialp - Accésit Premio Adonais 2016)
(acuarela : Susana Benet)