Hay una calma, una armonía, un habitar sereno en el fondo de ese jardín. Ellos lo saben... Los cuervos eran parte de esa calma, eran esa armonía que dotaba de misterio a ese lugar. Pero nosotros no, nosotros somos la desarmonía , irrumpimos en la frágil semejanza con los otros seres pero somos apariencia de la calma. Nosotros no habitamos en el lugar donde ellos se encuentran y por eso se alejan. Nosotros hemos roto en mil palabras el lenguaje que nos unía; hemos perdido la comunicación con eso que llamamos graznido y que no es otra cosa que naturaleza.
¡Qué bello debió ser ver los cuervos!. Me encantan estas aves porque son juguetonas, elegantes y en Italia, en el lugar donde ya sabes que se me duplica el alma, hay muchísimos, por eso cuando veo alguno me viene a la mente este lugar tan especial para mí. En lo referente al haiku, como siempre muy bello. La pena es que el cuervo se sustara, pero mejor así porque no es bueno que confíen en los seres humanos. Al menos de momento. Un beso Cris
Hermoso momento, Susana. Las aves, por lo general, se espantan a nuestro paso. Aun así, y pese al vuelo y el andar, siento que persiste la calma del jardín.
Hay un haiku -uno de mis preferidos por cierto- de un autor manchego de cuyo nombre tod@s aquí en España recordamos, que para mí, también expresa a la perfección lo que percibo; el haiku es de Frutos Soriano, y dice así:
no tengo aún suficiente silencio: huyen los pájaros
Hay una calma, una armonía, un habitar sereno en el fondo de ese jardín. Ellos lo saben... Los cuervos eran parte de esa calma, eran esa armonía que dotaba de misterio a ese lugar. Pero nosotros no, nosotros somos la desarmonía , irrumpimos en la frágil semejanza con los otros seres pero somos apariencia de la calma. Nosotros no habitamos en el lugar donde ellos se encuentran y por eso se alejan. Nosotros hemos roto en mil palabras el lenguaje que nos unía; hemos perdido la comunicación con eso que llamamos graznido y que no es otra cosa que naturaleza.
ResponderEliminarSaludos,
JL
Hola Susana:
ResponderEliminar¡Qué bello debió ser ver los cuervos!. Me encantan estas aves porque son juguetonas, elegantes y en Italia, en el lugar donde ya sabes que se me duplica el alma, hay muchísimos, por eso cuando veo alguno me viene a la mente este lugar tan especial para mí.
En lo referente al haiku, como siempre muy bello. La pena es que el cuervo se sustara, pero mejor así porque no es bueno que confíen en los seres humanos. Al menos de momento.
Un beso
Cris
Hermoso momento, Susana.
ResponderEliminarLas aves, por lo general, se espantan a nuestro paso. Aun así, y pese al vuelo y el andar, siento que persiste la calma del jardín.
Es lo que me trasmite tu haiku y la imagen.
Un beso.
Me gusta el haiku, Susana, y también la imagen ¡qué bien has captado la calma y el movimiento!
ResponderEliminarBesos
Elsa
Hay un haiku -uno de mis preferidos por cierto- de un autor manchego de cuyo nombre tod@s aquí en España recordamos, que para mí, también expresa a la perfección lo que percibo; el haiku es de Frutos Soriano, y dice así:
ResponderEliminarno tengo aún
suficiente silencio:
huyen los pájaros
Un saludo,
José Luis