UNA CASA MUY TRAGONA
Ya sabemos que las casas suelen tragarse algo de vez en cuando, objetos que de pronto desaparecen sin motivo y que creemos haber perdido, pero hay algunas casas que tienen un apetito desmesurado.
Concretamente hay una que lleva a sus dueños de cabeza. A menudo desaparecen gafas, bolígrafos, paraguas, calcetines, llaves, encendedores, tarjetas de crédito... Es tan tragona que no le hace ascos a nada.
A veces le dan empachos porque está llenita hasta las tejas y entonces escupe algún objeto aquí o allá. Esos días las cañerías huelen fatal.
-"¡Mira dónde ha aparecido mi calculadora! ¡En la nevera!"
- "¡Qué despistado eres!"
- "¿Crees que la puse yo entre los tomates? ¿piensas que estoy loco?"
Así comienzan eternas discusiones por culpa de esta casa que parece un saco sin fondo. Es cierto que a veces devuelve alguna cosa que se le atraganta, pero otras se las queda para siempre.
Es una casa bonita, con bellos miradores, pero no tiene miramientos. Un día se tragó al abuelo, a pesar de lo seco y duro que estaba. Se armó tal escándalo que todas las casas vecinas se enteraron.
-"¿Es que no tiene bastante esa glotona?"
- "¡Así debe tener los desagües!"
-"!Cualquier día revienta y nos salpica a todas!"
Hasta que una fría tarde de otoño, misteriosamente, apareció el abuelo dentro de un armario, con la botella de cava que había descorchado las últimas Navidades... y cantando villancicos.