sábado, 24 de diciembre de 2011

POEMA DE J.L. PARRA


NAVIDAD

Temprano, salto de la cama
y, acobardado por el frío,
abro el balcón de la salita,
enrarecida por los fétidos
vestigios de mis muertes
de ayer. Cielo cubierto, musgo
en los tejados,
lluvia menuda y casi congelada. De pronto
me invade, virginal, el aroma profundo
de la tierra mojada, y un brasero
de cisco por el cielo cruza, se suspende en el aire
como en un cuadro de Chagall,
y a mí, sémola helada,
a mí, música incrédula de un humo que se extingue,
a mí se me conceden unas horas
de alegres aguinaldos,
rebullendo en las chispas de ese fuego
atizado por manos protectoras,
mientras llueve por el camino
que conduce a Belén, campana
sobre campana, y beben los peces en el río
de la memoria. Gracias por estas horas
de dulce melancólica
felicidad,
exaltado y aturdido,
intoxicado de ventura gracias
al tufo milagroso de un brasero
junto al que juega el niño renacido,
esperando la ofrenda de los Magos,
sin conciencia de las cenizas
ni sombra todavía de la remota
crucifixión.

(de: "Los dones suficientes" - Edit. Pre-textos)

(fotografía: Susana Benet)

3 comentarios:

  1. Las titilantes
    lucecitas del árbol,
    indiferentes.

    Con mis saludos y felicitaciones.

    Maramín

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  2. Feliz Navidad a los dos y a todos los que visitáis este blog. Y me gusta mucho tu haiku, Maramín. Besos,

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