ESPERANDO A
BÁRBARA
¿Por qué
pendiente de la puerta del pub
fumas un
cigarrillo
tras otro, y
bebes, bebes inquieto y exaltado?
Porque esperas a
Bárbara
y es salvaje la
fiesta que su cuerpo promete.
¿Por qué tan
juvenil y desenvuelto
se te ve, ropas
caras y atrevidas
y ese nuevo
peinado que, sin duda, enmascara
la incipiente
calvicie?
Porque esperas a
Bárbara
que le chifla lo
joven y estos trapos le encantan.
¿Por qué tan
vehemente con el barman comentas
la reciente
película de Quentin Tarantino,
o disertas,
radiante, sobre temas cubanos,
y en cualquier
fruslería tu agudeza florece?
Porque esperas a
Bárbara
que erotiza el
ingenio y con el cine alucina;
porque esperas a
Bárbara
que venera el
Caribe y sus ritmos sabrosos;
porque afilas
tus armas y las copas te excitan;
porque esperas a
Bárbara,
porque esperas a
Bárbara,
porque todo en
la noche merece vivirse y cobra sentido
si es que
Bárbara viene.
¿Por qué, de
pronto, tu rostro se oscurece,
y tus ávidos
ojos atraviesan el humo
en busca de otro
fuego que te salve la noche?
Porque pasan las
horas, se suceden los whiskies
y Bárbara no
viene.
Conocidos recién
llegados
aseguran que han
visto a la espléndida Bárbara
en los brazos de
un broker en el pub La Frontera.
¿Y qué va a ser
de ti esta noche sin Bárbara?
Pero no
desesperes, con la curda indecente
que arrastras,
ya ni la mismísima
Bárbara
sería solución,
después de todo.
(de: "Cimas y abismos" - Edit. Renacimiento)
(fotografía: Susana Benet)