MAL
TIEMPO
Este
tiempo veraniego, “buen tiempo” para muchos que lo asocian con viajes y
vacaciones, no me resulta bueno en absoluto. Mucho mejor cualquier día
despejado del otoño, de la primavera o incluso del invierno, que en estas
latitudes no suele ser riguroso y nos regala días espléndidos de tibio sol y
brisa fresca. Pero cuando llegan estos calores paralizantes y furiosos no
comprendo que se hable de “buen tiempo”. “Malo”, diría yo.
Supongo
que es perfecto para quienes se pasan el día a remojo en playas y piscinas,
pero ni nuestro mar es realmente fresquito, y mucho menos limpio, ni el cloro
de las piscinas es tan saludable. ¿Y qué decir de los efectos indeseables del sol:
quemaduras, sarpullidos, manchas, hongos…? He paseado a veces por la orilla de
nuestras playas, y aparte de los plásticos y verduras que arrastra la marea,
alguna vez me he llevado una placa de alquitrán pegada a los talones. Sin
olvidar ese hacinamiento de gente sobre la orilla, compartiendo unos con otros
las mondas de sandía, los envases vacíos y las colillas.
¿Y
quién no ha subido a un autobús lleno de gente, y herméticamente cerrado en plena canícula, y no ha sentido un violento golpe de olor en
sus narices, deseando que el trayecto dure poco?
La
basura en nuestras casas se corrompe y apesta dentro del cubo con una rapidez
sorprendente. También es fácil percibir por las calles un tufillo desagradable
al pasar junto a los contenedores, aunque estén cerrados.
Y
no digamos cómo lo pasan las plantas. En verano es cuando más plantas sucumben
al calor y las plagas. Las pobres sobreviven penosamente hasta el otoño, en que
recobran su energía, pues el otoño, aunque se simbolice mediante las hojas
secas, es como una segunda primavera que devuelve el vigor a los tallos y las
hojas verdes, haciendo germinar brotes nuevos.
Pues
bien, este “buen tiempo” del que tanto nos hablan señalando en los mapas unas
manchas rojizas que avanzan anunciando olas de calor, favorece incendios,
accidentes (he leído que el calor está altamente relacionado con los accidentes
de tráfico), ahogamientos en mar y piscinas,
bajadas de tensión, mareos (sólo hay que observar a las moscas que
zumban desorientadas sin encontrar la forma de escapar aunque tengamos la
ventana abierta de par en par), comportamientos agresivos (¿por qué será que
cuando llega el calor nos volvemos más bárbaros y se celebran fiestas en las
que suele estar presente el maltrato
animal?).
No
se trata de criticar al verano, como si fuera un vecino incómodo, se trata de
cuestionar esa marcada tendencia a asociarlo con el “buen tiempo” que
publicitan los folletos turísticos, ante la escéptica mirada de quien lo padece
semidesnudo en casa, bebiendo agua con
cubitos ante un ventilador.
la puerta de madera
buscando sombra.
Valencia,
Agosto 2013
(fotografía: Susana Benet)
Vamos, que aquello de "al mal tiempo buena cara" como que no va contigo... (Yo también prefiero algo de frescor)
ResponderEliminarSalud,
JL
Solo quería mostrar la otra cara del verano, la que soportamos quienes permanecemos en la ciudad porque no nos gusta viajar en estas fechas. Algo así como una "pataleta" motivada por el calor. Aunque también está la opción que sugieres: "poner buena cara" y pensar que se trata de dos meses, más o menos. Gracias por comentar. Besos
ResponderEliminarTe olvidaste de los mosquitos...
ResponderEliminarY de las cucarachas...
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