MÁQUINAS
Se rebelan
las máquinas.
Lanzan
largos gemidos,
suspiran
espasmódicas, caducas.
Su vida ha
concluido y no responden
por mucho
que pulsemos
sus
deslucidas teclas.
Entonces las
miramos,
tal vez con
cierta lástima o con rabia.
“Habrá que
desecharla”, nos decimos
calculando a
qué precio
conseguiremos
otra.
“Que se la
lleven pronto”, resolvemos,
pues verla
nos incita a calcular
con cuánta
expectativa
de vida nos
crearon.
(Fotografía: Susana Benet)