MÁQUINAS
Se rebelan
las máquinas.
Lanzan
largos gemidos,
suspiran
espasmódicas, caducas.
Su vida ha
concluido y no responden
por mucho
que pulsemos
sus
deslucidas teclas.
Entonces las
miramos,
tal vez con
cierta lástima o con rabia.
“Habrá que
desecharla”, nos decimos
calculando a
qué precio
conseguiremos
otra.
“Que se la
lleven pronto”, resolvemos,
pues verla
nos incita a calcular
con cuánta
expectativa
de vida nos
crearon.
¡Cuánta verdad, Susana!
ResponderEliminarUn poema para la reflexión. Todo a nuestro alrededor caduca. También nosotros... aunque no del todo.
Seguiremos presentes de algún modo, ¿no te parece?
Gracias, amiga.
Un abrazo.
Pues en la foto a la lavadora se la ve estupenda. ¡¡Por muchos años!!!
ResponderEliminarEl poema está realmente bien. Y, sí, da para reflexionar. A las máquinas, parece que les ponen un chip en el cual programan el tiempo de vida útil del aparato. Le llaman Obsolescencia programada. Las personas nos vamos quedando obsoletas pero no sabemos el tiempo que nos queda. Eso genera incertidumbre, que evitaríamos con un sencillo chip.
Me gusta leer tus poemas.
Un abrazo.
muy interesante el final....para debatir un buen rato.
ResponderEliminarun saludo
karin