martes, 10 de noviembre de 2015

HAIBUN







UN EXTRAÑO EN AUTOBÚS

Es media tarde y viajo en autobús hacia el centro. El autobús va medio vacío y aunque hay asientos libres, me llama la atención la recia figura de un hombre bien vestido, con traje de buen paño, abrigo largo de perfecta hechura, camisa blanca y corbata, reloj de oro. Destaca su excesiva elegancia, casi provocativa, viajando en un medio de transporte tan corriente. No puedo evitar observarlo desde mi asiento. Viaja de pie, en medio de la plataforma, agarrado a una barra del techo. Sus sólidos zapatos se adhieren al suelo con firmeza mientras su cuerpo oscila en cada curva. Parece capaz de dominar al pesado vehículo que resopla sobre el asfalto. Tanto me sorprende el personaje, entre anacrónico y peripuesto, que escribo unas notas sobre él en mi libreta. Lo hago en taquigrafía. Ese hombre me recuerda a ciertos directores de empresa sufridos en el pasado. Tiene el mismo porte arrogante que no llega a encubrir del todo una vaga tosquedad, algo vulgar en sus rasgos, en las rubicundas mejillas.

De pronto, el hombretón, como un jefe exigente que juzga a su empleada, se acerca y observa mi escritura, para él indescifrable. Exclama: “¡Qué bien toma usted notas!”. Levanto la cabeza y le sonrío un poco intimidada. Él, olvidando su desdeñoso protagonismo, me comenta que ha cogido el autobús porque en coche sería imposible aparcar en el centro. Concretamente junto a la plaza de toros, que es adonde se dirige. En ese instante, resuelvo mentalmente el acertijo: “¡Es un taurino!”. Al llegar a la parada, desciende presuroso  para dirigirse al ruedo, esa otra plataforma donde, identificado con el diestro, ejecutará la sangrienta faena.


El autobús.
Un taurino domina
la plataforma.







(fotografía: Susana Benet)




6 comentarios:

  1. A los toros y a la ópera se va de punta en blanco, como a un funeral. Curioso.

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  2. Me ha encantado cómo has contado la escena Susana.
    Saludos!
    Sandra.

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  3. Es verdad, Antonio. No lo había pensado. Esto que cuento es verídico. Situaciones que llegan a parecernos irreales, como relatos andantes. Gracias Sandra y Antonio. Besos.

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  4. Esa crónica urbana que tiene como coda el haiku parece un asiento de diario, ese intento de dar fe de vida de lo pasajero. Muy amena la entrada. Un abrazo.

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  5. Pues así es. Retengo en mi cuaderno esas breves vivencias que le ponen chispa a la vida. Besos

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  6. ¡Muy buen relato! Gracias por compartirlo. Saludos desde Buenos Aires

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