LO OLVIDADO
Cómo amo los lugares olvidados.
La calleja que ya nadie transita,
el íntimo cobijo de las cuevas,
el fondo rumoroso del barranco
donde el agua se estanca y los insectos
tejen islas brumosas sobre el aire.
Tenderme en el pretil de antiguos puentes,
revestidos de zarzas y hojarasca
y escuchar cómo zumban las abejas
en la calma fragante del romero.
Acercarme al misterio de las casas
donde no habitan más que los rosales
deshojándose lentos en la tierra.
Internarme feliz en la espesura
de secretos parajes, donde el paso
ávido de los hombres no perturba
la paz de los guijarros ni el festivo
desfile del espliego por las sendas.
Y, atravesando el filo de la tarde,
emprender el camino de regreso
sintiendo que, de pronto, me acompaña
la vacua plenitud de lo olvidado.
(acuarela: Susana Benet)
Me pasaba lo mismo... Hasta que un día olvidé también el camino de regreso. Aquí sigo, tendido en el pretil...
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Muy bonito, Susana.
ResponderEliminarUn abrazo.