Hace una semana perdimos a
Jack. Se durmió para siempre a nuestro lado, apaciblemente. Hoy le rindo homenaje
con un poema, cuando empiezo a aceptar que no volverá a estar merodeando por la
cocina o durmiendo tranquilo en cualquiera de sus lugares favoritos, ni
reclamando su ración de comida con insistencia. O buscando un rayo de sol donde
tenderse. Inspirando poemas y posando para una foto o un boceto. También
gruñendo como un guardián si algún ruido extraño llegaba del exterior o
vigilando el vuelo de las tórtolas en la terraza. Y, sobre todo, ronroneando cada vez que una mano lo acariciaba. Si alguien piensa que los gatos son seres insociables
y poco afectivos, es que no conoció a Jack.
DESPIDIENDO A JACK
Aquí te traje un día
y aquí te lloro ahora,
pequeño compañero que me dejas,
que abandonas la casa y los mullidos
sillones donde siempre
te enroscabas feliz.
Tú, muso del pintor y la poeta,
con la fina elegancia de tus gestos
y la magia sutil de tu mirada,
sólo deseo en este instante
en que te pierdo,
que en tu tibio pelaje hayas sentido
mi último beso emocionado.
Un fuerte abrazo, Susana.
ResponderEliminarLamento esta pérdida, Susana.
ResponderEliminarUna mascota siempre es un miembro más de la familia y su partida duele porque suma ausencia. Seguramente vivió feliz contigo; y eso consuela un poco...
Hermoso y conmovedor tu poema de despedida. Se ha llevado tu último beso.
Un gran abrazo, amiga.
¿Cómo nos sienten,
ResponderEliminaren nosotros qué ven
los animales?
Lo siento mucho, Susana, sé lo que se siente, porque he pasado dos veces por esa situación.
ResponderEliminarUn cálido abrazo
Gracias a todos. Esta es mi forma de enfrentarme a la ausencia de un gran companero y rendirle homenaje. Ha dejado un gran vacio. Besos
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