jueves, 27 de febrero de 2020

VIAJE A MURCIA






VIAJE A MURCIA 

LA TIERRA QUEMADA

Vamos a Alicante para enlazar con un tren a Murcia, porque los horarios del Talgo no nos cuadran. O salen muy temprano o muy tarde. Es el problema de las malas comunicaciones en el Mediterráneo, por donde no circula el AVE.

Además, el Sur me agobia. Hace calor y la tierra está reseca, el paisaje es árido y monótono.

El único aliciente de este viaje es presentar el libro de José luis Parra, Hojarasca, en el Museo Ramón Gaya,  acompañada por el poeta Soren Peñalver. 

El tren se mueve y apenas puedo escribir.

Nadie le afeita
las largas barbas secas
a la palmera.


Secos ribazos
y el fulgor repentino
de unas adelfas.


Viaje al sur.
Sobre la tierra blanca
unos olivos.


Cruzo el secano.
Al fondo del barranco
un hilo de agua.


Llegando a Sax
brilla la avena seca.
Arden las vías.


Este paisaje árido me sobrecoge. Estamos detenidos en Sax. Desde la ventanilla contemplo los guijarros grises entre las vías, tan fúnebres, salpicados de tallos amarillos y quebrados. Sólo un olivo se alza airoso frente al horizonte. De pronto, sobre una peña escarpada, los muros de un castillo, como un vigía atento que otea la llanura. Soledad, silencio.

Reanudamos la marcha. Me siento fatigada, como si yo misma arrastrase el convoy. Como si en realidad no fuese a ninguna parte y se repitiese el paisaje una y otra vez ante mis ojos.


Brusco declive.
Las copas de los pinos
rozan la tierra.


Una casucha.
Un coche de alta gama
ante la puerta.


Fin del viaje.
Llegando a la estación,
un cementerio.



(12-6-2017)


(de: Cuaderno de viajes - Inédito)
(fotografía: Susana Benet)

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