Al
fin desciendes,
luna
de la montaña,
a
mi colchón.
Ya
lo presiente
tu
corazón de caña,
¡vuelas,
canoa!
Un
año, otro,
florece
la amapola
junto
al estiércol.
Con
sus rodillas
la
chica dio dos lunas
a
la penumbra.
Sacando
punta
al
lápiz, el otoño
se
vino a casa.
Montaña
roja.
Morado
el abedul,
aún
tiritando.
Preciosos haikus. Muchas gracias por compartirlos. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias a ti Cris. Tengo este libro y al releerlo me doy cuenta de la frescura de sus haikus. Besos,
ResponderEliminarEstos haikus son muy buenos. Felicidades para el autor, y gracias a ti por darlos a conocer. Un abrazo.
ResponderEliminarRafael Fombellida es poeta y amigo. He querido publicar esta breve muestra de sus haikus que mantienen la frescura al cabo de los años. Besos,
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