AHORA
Ahora que no somos
los dueños de la calle,
confinados en casas y oficinas
por un temor
que nos transforma a todos
en súbita amenaza,
son ellas, las criaturas
aladas, las que vuelan libremente,
o descienden confiadas,
huéspedes del asfalto.
Y hasta las ramas
frondosas de los árboles
parecen adueñarse del espacio
para sanar el aire
con el aliento fértil de sus flores.
(fotografía: Susana Benet)