SAM EN CASA
Desde el 28 de febrero
tenemos un nuevo miembro en la familia. Sam es un perro pequeño, de hocico
alargado y orejas afiladas. Es negro, de patas cortas que le permiten saltar a
mucha altura si le ofreces una chuchería (una sencilla loncha de pavo). La
primera noche extrañó la casa (éramos unos desconocidos para él) y lloriqueó a
ratos, a pesar de dormir sobre nuestra cama, algo que le permitimos como lo
hicimos con nuestros gatos, aunque también es cierto que extremamos la higiene
y le limpiamos las patitas en cuanto sube de la calle.
Nuestra vida ha cambiado
desde su llegada. Salimos varias veces a pasearlo, al menos tres veces al día,
lo que nos ayuda a sacudirnos la pereza. Jugamos a lanzarle sus juguetes para
que corra tras ellos y los atrape. Lo estamos acostumbrando a que se quede solo
en casa, algo que llevó mal el primer día (desde el portal lo oía aullar). Pero
tenía que dejarlo solo algunos minutos, y me iba angustiada al saber que estaba
sufriendo. Es un perrito abandonado (lo dejaron de cachorro en una acequia, una
muestra de la barbarie humana), que ha pasado por dos hogares. En el segundo de
ellos tuvo que compartir espacio con otros perros abandonados, de modo que
recibió una atención limitada. Los primeros días fueron complicados para ambos,
pues oía sus quejas cada vez que me ausentaba por pocos minutos.
Todo esto no tiene nada de
particular, pues les sucede a muchas personas que adoptan perros. Lo que nos
llama la atención es algo difícil de definir o que podríamos llamar “presentimiento”.
Antes estaba más inquieto, pero justo desde que firmé los papeles de adopción, cambió
su conducta. Al día siguiente salí a comprar durante quince minutos, y no lo oí
llorar. Desde esa misma fecha parece asumir que esta es “oficialmente” su casa. Como si
hubiera tenido acceso virtual a los papeles. Y no sólo observamos este cambio,
sino que desde que se ha decretado el estado de “alarma”, Sam se ha vuelto más
casero, como si entendiese los mensajes de la tele. Ahora no le apetece salir a
pasear y nos cuesta hacerlo bajar por la escalera (no usamos el ascensor por si
algún vecino piensa que el perro contamina). Como un buen ciudadano evita estar
mucho tiempo en la calle. Hace sus necesidades que limpiamos escrupulosamente
(no como otros que nos dejan "regalos" sobre acera), y al momento tira de la
correa para regresar a casa. Tal vez husmee que el ambiente ha cambiado. Este silencio
repentino lo debe desconcertar, como nos inquieta a nosotros. Las aceras
desiertas, la falta de tráfico, el cuidado con el que nos evitamos unos a
otros, la gente enmascarada…
Igual que algunos animales
presienten la cercanía de un terremoto, nuestro pequeño Sam percibe que el
ambiente ha cambiado, que la fiesta terminó (y, por fin, cesaron los petardos
para su alivio y el nuestro), y actúa de forma solidaria, como si comprendiera
que lo que nos toca ahora es resistir ante el peligro. Y nos da una lección de
prudencia y serenidad.
(Fotografía: Susana Benet)
Hola querida Susana:
ResponderEliminarMe alegro mucho de este nuevo compañero de vida. Seguro que serás muy feliz con él. Es precioso y también me siento muy feliz de que Sam haya encontrado, por fin, el hogar que, seguro, se merece. También muchas gracias por vuestro respeto (higiene escrupulosa en la calle, no coger el ascensor para no molestar...) una gran lección de civismo y generosidad.
Mi perrita también está teniendo un comportamiento diferente estos días. Los animales son muy intuitivos y enseguida captan muchas cosas.
Un gran abrazo
Querida Cris, cuanto me alegra que tambien hayas adoptado una perrita. Hay tantos abandonados... todavia nos falta para ser un pais civilizado. Gracias por tu comentario!
ResponderEliminarQuerida Susana, tienes un perro muy bonito con un cierto aire de bajorrelieve egipcio y mirada inteligente. Es un perro afortunado por el afecto que tú, de tan afectuosa eres, le vas a dar.
ResponderEliminarGracias, Miguel. Un placer leerte por aquí. Besos a ti y a Rufus.
ResponderEliminarLos perros tienen una sensibilidad especial. En muchos casos superior a la de algunos humanos. Bienvenida al club perruno. Magníficamente escrito y descrito. Besos
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