AHORA
Ahora que no somos
los dueños de la calle,
confinados en casas y oficinas
por un temor
que nos transforma a todos
en súbita amenaza,
son ellas, las criaturas
aladas, las que vuelan libremente,
o descienden confiadas,
huéspedes del asfalto.
Y hasta las ramas
frondosas de los árboles
parecen adueñarse del espacio
para sanar el aire
con el aliento fértil de sus flores.
(fotografía: Susana Benet)
La naturaleza es implacable e impasible. Un poema muy bonito, Susana.
ResponderEliminarGracias. Me alegra pensar que nuestra ausencia permite a la naturaleza expandirse.
ResponderEliminarPrecioso poema, Susana. Muchas gracias por compartirlo. Un abrazo desde la trinchera y la esperanza.
ResponderEliminarGracias a ti por visitarme. Un placer. Besos
ResponderEliminarHermoso.
ResponderEliminarGracias Andres, y que esta crisis pase pronto!
EliminarQué bello. El mundo sin nosotros es como más transparente. Es aleccionador, y en cierta medida fascinante, comprobar que la naturaleza no nos necesita para nada. Absolutamente para nada.
ResponderEliminarBesines. Cuídate eh
Gracias, Momiji. Cuídate tú también y que sigamos compartiendo versos. Besos
ResponderEliminar