domingo, 15 de marzo de 2020

COMENTARIO






SAM EN CASA

Desde el 28 de febrero tenemos un nuevo miembro en la familia. Sam es un perro pequeño, de hocico alargado y orejas afiladas. Es negro, de patas cortas que le permiten saltar a mucha altura si le ofreces una chuchería (una sencilla loncha de pavo). La primera noche extrañó la casa (éramos unos desconocidos para él) y lloriqueó a ratos, a pesar de dormir sobre nuestra cama, algo que le permitimos como lo hicimos con nuestros gatos, aunque también es cierto que extremamos la higiene y le limpiamos las patitas en cuanto sube de la calle.

Nuestra vida ha cambiado desde su llegada. Salimos varias veces a pasearlo, al menos tres veces al día, lo que nos ayuda a sacudirnos la pereza. Jugamos a lanzarle sus juguetes para que corra tras ellos y los atrape. Lo estamos acostumbrando a que se quede solo en casa, algo que llevó mal el primer día (desde el portal lo oía aullar). Pero tenía que dejarlo solo algunos minutos, y me iba angustiada al saber que estaba sufriendo. Es un perrito abandonado (lo dejaron de cachorro en una acequia, una muestra de la barbarie humana), que ha pasado por dos hogares. En el segundo de ellos tuvo que compartir espacio con otros perros abandonados, de modo que recibió una atención limitada. Los primeros días fueron complicados para ambos, pues oía sus quejas cada vez que me ausentaba por pocos minutos.

Todo esto no tiene nada de particular, pues les sucede a muchas personas que adoptan perros. Lo que nos llama la atención es algo difícil de definir o que podríamos llamar “presentimiento”. Antes estaba más inquieto, pero justo desde que firmé los papeles de adopción, cambió su conducta. Al día siguiente salí a comprar durante quince minutos, y no lo oí llorar. Desde esa misma fecha parece asumir  que esta es “oficialmente” su casa. Como si hubiera tenido acceso virtual a los papeles. Y no sólo observamos este cambio, sino que desde que se ha decretado el estado de “alarma”, Sam se ha vuelto más casero, como si entendiese los mensajes de la tele. Ahora no le apetece salir a pasear y nos cuesta hacerlo bajar por la escalera (no usamos el ascensor por si algún vecino piensa que el perro contamina). Como un buen ciudadano evita estar mucho tiempo en la calle. Hace sus necesidades que limpiamos escrupulosamente (no como otros que nos dejan "regalos" sobre acera), y al momento tira de la correa para regresar a casa. Tal vez husmee que el ambiente ha cambiado. Este silencio repentino lo debe desconcertar, como nos inquieta a nosotros. Las aceras desiertas, la falta de tráfico, el cuidado con el que nos evitamos unos a otros, la gente enmascarada…


Igual que algunos animales presienten la cercanía de un terremoto, nuestro pequeño Sam percibe que el ambiente ha cambiado, que la fiesta terminó (y, por fin, cesaron los petardos para su alivio y el nuestro), y actúa de forma solidaria, como si comprendiera que lo que nos toca ahora es resistir ante el peligro. Y nos da una lección de prudencia y serenidad.



(Fotografía: Susana Benet)




5 comentarios:

  1. Hola querida Susana:

    Me alegro mucho de este nuevo compañero de vida. Seguro que serás muy feliz con él. Es precioso y también me siento muy feliz de que Sam haya encontrado, por fin, el hogar que, seguro, se merece. También muchas gracias por vuestro respeto (higiene escrupulosa en la calle, no coger el ascensor para no molestar...) una gran lección de civismo y generosidad.
    Mi perrita también está teniendo un comportamiento diferente estos días. Los animales son muy intuitivos y enseguida captan muchas cosas.
    Un gran abrazo

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  2. Querida Cris, cuanto me alegra que tambien hayas adoptado una perrita. Hay tantos abandonados... todavia nos falta para ser un pais civilizado. Gracias por tu comentario!

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  3. Querida Susana, tienes un perro muy bonito con un cierto aire de bajorrelieve egipcio y mirada inteligente. Es un perro afortunado por el afecto que tú, de tan afectuosa eres, le vas a dar.

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  4. Gracias, Miguel. Un placer leerte por aquí. Besos a ti y a Rufus.

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  5. Los perros tienen una sensibilidad especial. En muchos casos superior a la de algunos humanos. Bienvenida al club perruno. Magníficamente escrito y descrito. Besos

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